El ocio en un panóptico
En primer lugar, quiero agradecer a la Biblioteca del Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro, la oportunidad de participar en la presentación del libro que lleva el sugerente título de Ocio y civilización, escrito por Eloy Caloca Lafont y publicado por Par Tres Editores, en el pasado 2013. Paso, entonces, a decir que escribo esta reseña con propósitos de divulgación y reconocimiento al trabajo empleado en su atinada concreción.
En cuanto al aspecto físico del libro, diré que el ejemplar alcanza las 306 páginas (más las guardas), de 13.6 x 21 cts. (Media carta, menos refile). Portada y contraportada son de cartulina y están impresas a color. En la página legal se encuentra el crédito del diseño de portada: Aline Trejo García; y el de la fotografía: José Manuel Meléndez Álvarez. La misma página da cuenta de que el cuidado de la publicación se debe a la atención de Patricio Rebollar Tellaeche, Luis Kimbal Torres y el autor.
En la portadilla se agrega un subtítulo: Apuntes para una Filosofía, Crítica, Historia minúscula, Defensa y Actualidad del ocio y que enmarca el nombre del trabajo. En la vuelta, nos presenta una ficha académica de nuestro autor. Después de una dedicatoria ad hoc, el libro se abre con cuatro epígrafes (a mi ver: buenos augurios): un proverbio, uno de Ovidio, otro del Tree Souls in my Mine y uno más del grupo inglés Pulp.
En la página siguiente, nos encontramos con las cuatro acepciones de la palabra ocio que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española y las tres del Diccionario de Español de María Molinar. De la misma manera, las variantes etimológicas del latín, griego, francés, inglés y chino.
A partir de aquí, el libro tiene un índice, que siempre se agradece. En él nos enteramos que la obra cuenta con cuarenta y cinco ensayos y un epílogo, más un cuaderno de Notas, que enumera 432 de ellas (sin contar las notas al pie). También, al frente, tiene una Nota preliminar, escrita por el autor. En ella, da cuenta de sus propósitos, la orientación teórica que lo impulsa y los alcances del trabajo. “La posmodernidad, tal vez disolviéndose hoy día como paradigma, pero todavía en ciernes teóricos, se ha actualizado como un estadio histórico y de pensamiento que acompaña a las sociedades del siglo XXI. Consiste en la muerte de los grandes relatos de la modernidad: el progreso, los nacionalismos, la moral de Occidente o la 'verdad única' de la ciencia. No obstante, conviene preguntarse: ¿cuáles son los nuevos relatos que ofrece la postmodernidad?” (p. 15). Así mismo, reconoce deudas intelectuales y hace los necesarios agradecimientos para quienes ayudaron a la consecución del trabajo, hasta llegar a la publicación. Es, pues, una nota sintética y esclarecedora.
En la última página se reconoce que el proyecto fue apoyado por el programa del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, Apoyarte 2012. Al respecto, sólo resta decir que, como habrán advertido quienes lo tienen en sus manos, es un libro bien hecho.
Por lo que concierne al asunto vertebral de la obra y al concluir una primera lectura, puedo decir que la propuesta intelectual del trabajo, de los distintos trabajos que lo integran, es posible sólo porque se asume como un acercamiento al tema y no como un producto terminado, pero no por ello falto de profundidad y reflexión. El aparato teórico y las herramientas académicas con los que está construido nos revelan a un filósofo atento, enterado y preocupado por el debate actual. En realidad, el trabajo concreto me deja la impresión de un acordeón, donde las ideas se abren y cierran, se estiran y se encogen conforme avanza el texto, siempre apoyado en las notas de referencia y ligado por el tema general.
En el cuerpo de la obra encuentro dos partes, apenas divididas con delicadas fronteras. En la primera, agrupo un conjunto de ensayos que nos acerca al concepto de ocio, desde los orígenes de lo que llamamos cultura occidental. Griegos, latinos y la infaltable referencia a la tradición judeocristiana; como del tránsito de la Edad Media al Renacimiento y de “Siglo de las luces” al “Pensamiento Crítico”. Todos tienen como ejes la filosofía y el paso del tiempo. En particular, me atraparon los titulados Juego, arte magia, religión y sociedad y el magnífico De la pompa ilustrada a la pompa industrial. En el primero de los citados, me entusiasmó la idea de una previsible unidad de comprensión del ocio, a nivel planetario, así como las rutas culturales que sigue nuestro autor. En el otro conjunto, encuentro la discusión que, del tema, se hace hasta nuestros días y el lugar que su debate ocupa en la viva actualidad. De entre ellos, destaco El panóptico participativo, descentralizado, conceptual, multicultural e internacional: Facebook, que ubica la naturaleza de esta plataforma y desnuda las virtudes y vicios que la conforman.
En la obra que reseño, por razones personales, me entusiasman los distintos análisis literarios, tanto por lo acertado de la elección de las obras, como por lo atinado de las reflexiones que se siguen. Pero, también, sucede lo propio con las referencias teóricas y la arriesgada especulación. En un juego de espejos, logramos ver las múltiples determinaciones que tiene el objeto de estudio. Si bien no son fotografías, nos revelan un perfil definido. Me parece que la mayor virtud de Ocio y civilización está en la visión contemporánea y enterada de nuestro autor (sin embargo, debo decir que no encuentro el punto de vista de género ni de la cuestión ambiental).
Aun cuando se hace historia, ésta es vista con los ojos de un hombre del siglo XXI. La actualidad, como la modernidad, es inaprensible, su apetencia es inevitable. Pero el libro tiene muchos aciertos más. Eloy Caloca Lafont es un filósofo que conoce su oficio y no tiene miedo de usar los métodos y resultados de otras ciencias. Sus interpretaciones no dejan fuera la Psicología, la Historia, la Sociología, la Economía, la Literatura (poesía incluida). Eloy es seguidor de una tradición, de una escuela de pensamiento, pero con ideas propias. En este trabajo, el análisis personal y la pertinencia en los intereses que su estudio persigue le acercan a nuestros inusitados días.
No se piense que el asunto es de poca monta, tiene qué ver en directo con la libertad del hombre para vivir sin menoscabo del equipo biológico con que cuenta y desarrollarse a plenitud. Está claro que en el largo proceso de civilización, el hombre no alcanza niveles de prosperidad que den protección a todos los habitantes del planeta y que sus principales instituciones son incapaces de alcanzar la paz sobre la tierra. Aún es dudosa la distancia entre la animalidad y el hombre.
A mí me entusiasma que en nuestra ciudad, en nuestras instituciones educativas, se produzcan libros como Ocio y civilización. Trabajos que nos pongan al día en los debates en curso, en la arena mundial del conocimiento. No deja de inquietar el “Gran Hermano”, la versión contemporánea de la TV, con pantalla plana, sensible a nuestra voz, con cámara de altísima definición que nos mire y obedezca ademanes preestablecidos, conectada al teléfono y a las plataformas de internet, nos plantea con cruel nitidez la posibilidad de tener una vida privada, personal.
Aun cuando: “Una visión paranoica del Internet, de Facebook y de la sociedad contemporánea, propondría que 'siempre' se nos está vigilando. Sin embargo, lo que en realidad se vigila de nosotros y de lo que podemos vigilar de otros no es la realidad, sino un cúmulo de apariencias o 'pantallas de humo'; realidades creadas ex profeso para generar una sensación de vigilancia” (p. 252). Esta visión de la vida postmoderna nos deja una rendija para analizar nuestra vida cotidiana, sin ese sentimiento de ser avasallados por la vida multimedia y del Fashion mundial. En la medida que nuestro análisis sea levantado desde la particularidad que asume un punto de vista crítico (para los filósofos mexicanos), el ocio tendrá un sentido liberador y trascendente.
En las palabras de Eloy Caloca Lafont, escritas en el Epílogo: de la sociedad interactiva a la sociedad interpasiva, se advierte una conclusión: “No todo es caótico: hay esperanza mientras alguien se atreva a sobreponerse a la condición enajenada para defender la ejecución de un ocio más sano; sobre todo, más profundo. En cada paseo por el parque, en la cita romántica, en la charla con los seres queridos o en las lecturas privadas, se encuentra un ocio de proporciones filosóficas que nos recuerda la trascendencia del hombre. Este ocio debe revalorarse; no cuesta nada y representa una celebración de la vida. Este es el verdadero ser de nuestra naturaleza ociosa” (p. 285).
Concluida esta sucinta reseña, sólo me resta por decir que Ocio y civilización es una obra que merece no pasar desapercibida. Anticipo que los lectores inteligentes encontrarán la valía que sin dudada tiene y que me impulsa a recomendarla ampliamente.
***Este texto fue leído en la presentación de Ocio y Civilización en la librería del Tec de Monterrey Campus Querétaro el día 21 de mayo de 2013. Asimismo, fue publicado en el Tribuna de Querétaro, en 2 entregas. La primera, el día 24 de febrero de 2014 y la segunda el 15 de marzo de 2014.