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Apunte de viaje #3

 

 

 

Köln, Deutschland

 

Enhorabuena, tío, que una nueva musa negra me ha nacido. Otra vez, como antes, me retuerzo en lo más profundo, lo oscuro, como una larva exótica buscando la luz. Como, tal vez, el potencial gusano que se mueve y me pica bajo la piel de mi labio superior, que se infló hace unos días bajo mi bigote y que, rompiendo la piel a patadas, trata de escapar de esa prisión de sangre y vísceras. No tengo idea de lo que pueda estar escondiéndose en ese laberinto de tejidos vivos, pues descubrirlo implicaría afeitarme el bigote y yo, desde que nació la musa, me prometí no afeitarme más. Tal vez muera, engullido de adentro por un ser que la ciencia no ha visto aún, o que mantiene en secreto para que no cunda el pánico, explicando la anómala muerte por cavidad interior con un simple asesino serial y una aspiradora de titánica fuerza, como la que recomienda el barbudo puñal de la televisión. Y como la televisión nunca miente, ni siquiera cuando habla de los extraterrestres, del chupacabras, de los marineros perdidos 9 meses en alta mar -con vida aún-, la gente sabrá que fue, en realidad, un asesino y se sentirá incómoda cada vez que suene el motor de una aspiradora en algún lugar cercano. Pensarán, nerviosamente, que tal vez es hora de irse a casa, o, si están en la calle, tal vez sea hora de entrar corriendo a alguna casa, no importa cuál, con tal de no estar cerca de la Súper-Ultra-Híper-Sucker 10500, con un precio especial de tan sólo 56 pagos de 799 pesos. Pero algún día, cuando la musa negra muera conmigo, ingerido por el parásito que vive en mi labio superior, tal vez ella, que lo sabe todo, alcance a trazar unas palabras en la tira de papel que moriré mordiendo, que desmientan los mitos terrenales. Y sé bien que será incinerada, la tira digo, por los mismos que mantengan el secreto, que me cambien el nombre incluso, pero dirá la verdad. Las musas no mienten.

 

 

Julio 2011

 

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