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Tríptico de mujer fumando

 

 

 

 

“Me gustan los cafés tan negros como una noche sin luna”

Agente Dale Cooper. “Twin peaks”

 

 

I

 

Algún tipo del bar le dijo que empezara por Lost Highway y no por Mulholland Drive. Betty White olvidó la justificación o la advertencia del porqué comenzar por una y no por la otra. Incluso, ya no recordaba a la persona que se lo había dicho. Luego de este aparente pensamiento intrascendente o falto de importancia, Betty quita las sábanas de su cuerpo y automáticamente estira la mano hacía el buró en busca de cigarros y encendedor. Exhala una bocanada. Betty se queda observando el techo por un rato. Da otra calada y tira la ceniza. Da un sorbo al café de la noche anterior. Un gato salta a la cama y ronronea. Betty lo acaricia y comienza a estirarse y a clavar las uñas en las sábanas. Suena el teléfono. No contesta. Suspira y recuerda que hoy es martes y que seguramente la necesitan para que cubra la barra. Avienta la colilla. Estira la mano y busca otro cigarro. La caja está vacía. El gato se baja de la cama y rasguña la puerta. Betty hace un esfuerzo y se sienta al borde de la cama. Fija la mirada a la alfombra y palpa el bello crecido de sus piernas. Alza la mirada. Sus calzones están sobre el cesto de basura, sus discos encima del DVD, sus películas regadas en la alfombra, sus libros apilados en cajas de huevo. Bosteza y simultáneamente se lleva la mano a la boca. Su aliento huele a moneda oxidada. De un impulso se levanta y le abre la puerta al gato. Entra al baño. Orina. Intenta leer una revista de cine. Sale. Se rasca la ingle y se pone calzones. Siente un calambre en las tetas. Se las aprieta. Se pone la blusa que está sobre el perchero. Observa la habitación en penumbras. Las cortinas son rojas y apenas entra un halo de luz. Hay fotografías pegadas a la pared. No parecen ser sus amigos, sino artistas o cineastas, quizá pintores o poetas. Hay montones de ropa en las esquinas de la habitación, platos sucios y envases vacíos encima de los libros. La oscuridad hace que los muebles se deformen. Se escucha la vibración de la instalación eléctrica. Los apagadores se tornan de un color azulado. Betty se acerca al buró y enciende la lámpara. Da un último sorbo al café.  Hurga en el cenicero. Apaga la lámpara. Prende una colilla y su rostro se ilumina por instantes.

 

II

 

En el escenario un saxofonista improvisa. La luz de neón apenas le deja ver el rostro extasiado y el sudor escurriéndole por la piel. El saxofón resplandece a cada movimiento. Es lunes y el bar está lleno. Algunas personas conversan y piden tragos, otras beben y escuchan la música. Betty fuma y bebe sola. Alguien le pide un cigarro y luego la invita a sentarse a su mesa. Un grupo de personas hablan de cine y literatura. Una pareja escucha la música y de vez en cuando dicen comentarios y ambos mueven la cabeza en señal de aprobación. El bar tiene algunas luces tenues en las esquinas y una de neón iluminando el escenario. Betty no alcanza a distinguir a las personas ni ellos a ella. Los ojos de la mujer de enfrente brillan eléctricamente. Ella observa al saxofonista con una mirada provocadora. El saxofonista no quita la mirada del rostro de Betty y ella se queda perpleja ante los ojos de la mujer de enfrente. El mesero llega con bebidas  y todos chocan sus vasos, excepto Betty, que enciende otro cigarro y de reojo observa a la mujer. Un hombre se acerca a la mujer  y le quita el saco. Le besa el cuello y le susurra. Ambos ríen. La mujer saca un labial rojo de su bolsa. Sus labios húmedos y rojizos se distinguen a pesar de la oscuridad. El hombre pasa su mano por el rostro de la mujer y le acomoda el pelo atrás de la oreja. Se besan. Betty da un trago a su bebida sin quitar la vista de la mujer. Betty tiembla al encender un cigarro. Intenta desviar la mirada. Escucha la risa de las personas. Se talla los ojos. Alguien de la  mesa le pregunta algo. Betty responde que no, pero que le gustaría. La misma persona le dice algo y Betty asiente. Vuelve a mirar a la mujer. Ella mira al saxofonista mientras besa al hombre. El saxofonista sigue tocando. La vena del cuello le resalta. Extiende las notas y cuando parece terminar vuelve a otro ritmo. La gente grita. El saxofonista toma aire y alcanza un tono muy alto. La gente aplaude. El saxofonista hace una reverencia y dice gracias por el micrófono. Un mesero le lleva una bebida. Da un sorbo y vuelve a mirar a Betty. Ella escucha comentarios del hombre y la mujer, incluso, la mujer se levanta del asiento y le hace señas al saxofonista para que se acerque. Sólo se percibe el color rojo de los cigarros encendidos y en medio de la penumbra la mujer presenta al saxofonista. Por primera vez se entrelazan las miradas de Betty, la mujer y el saxofonista.

 

 

III

 

Tocan la puerta. En la habitación hay una lámpara encendida que deja ver el color rojo de las cortinas. La luz es tenue. La cama está sin hacer. Por la radio se escucha un saxofón a bajo volumen. No se sabe si es de día o de noche, aunque posiblemente sea de noche porque no entra luz por la ventana. Sobre el buró hay una taza de café con la marca de unos labios pintados de rojo y un cigarro encendido también con la marca de unos labios pintados de rojo. Dos mujeres entran a la habitación. Conversan por un momento. Una de las mujeres se quita la bata y besa a la otra mujer. Ambas se desnudan y se tumban en la cama. Cuando terminan de hacer el amor una de las mujeres dice que deben terminar. Hay un silencio. La otra mujer comienza a llorar y a pedir explicaciones. Una de las mujeres se viste y sale de la habitación. La otra mujer se queda llorando y gritando sobre la cama. Después de un tiempo se queda dormida y tiene un sueño. Hay una mujer con el rostro casi invisible besando a un  hombre de rostro casi invisible. En el lugar hay neblina y se escucha música. La mujer aparece desnuda en medio del hombre y de la mujer que se besan. La música se escucha mucho más fuerte, casi ensordecedora. También hay voces y risas que perturban a la mujer, rostros desfigurados que vuelan alrededor. La mujer despierta sobresaltada y busca el arma en el cajón. Se escucha un disparo.  

Betty se queda observando la pantalla sobre la cama. Enciende un cigarro. Sólo está el resplandor de la televisión y el foco encendido del DVD iluminando la habitación. Intenta levantarse de la cama para apagar la televisión y dormir un poco. Por lo pronto fuma y de vez en cuando da sorbos al café y se queda observando el techo.      

 

* "De El poeta perseguido y otros delirios"  (2013).

 

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