Sentimiento en los ojos.
A pleno sol, el hombre de la acera sostenía en pie a un hermoso cuerpo femenino, cruzándolo con su brazo por el talle.
─¿Cuánto cuesta ese maniquí? ─escuchó como si la pregunta no estuviera dirigida a él.
─No, no, no es un maniquí, es la cantante Bhellyamm.
─¿La misma inspiración de tantos sueños de amor? ─le pudieron decir apenas, cuando él corría ya, cargando con rapidez a la artista para aventarla en una mudanza que había aparecido a toda velocidad.
Sentimiento los ojos, pensó la voz enamorada, mientras el camión detuvo unos instantes su vuelo para que el hombre de la acera, ahora en plena carrera, alcanzara también a entrar y cerrar la puerta posterior, donde la transportaban.
El hombre de la pregunta siguió la escena y vio cuando se le desprendió a la cantante un brazo que rodó por el asfalto.
Lo levantó y gritó:
─¡Eeeey, acá tiró esto!
El hombre de la acera, que ya iba instalado en el interior del vehículo, se asomó por una ventanilla y le contestó:
─¡Quédese con él, al cabo que es falso!
Había sonado hueco contra el piso.
Al revisarlo de cerca le pareció que era de algo así como madera estofada y pintada, con un olor muy viejo y algo fétido.
Quiso guardarlo en el portafolios, pero asomaba su mano adornada con alhajas elegantemente oxidadas.
Para que cupiera sacó algunos libros y lo acomodó de cualquier forma, ya que le urgía llegar a impartir sus clases.
Todavía, y estando ya con los estudiantes, mantenía la escena fresca en los ojos.
Se instaló y abrió por costumbre el portafolios, siendo que el libro que necesitaba ya lo había colocado sobre la mesa.
Fue ahí cuando emergió, al igual que cualquier ánima del purgatorio pidiendo clemencia, el brazo de Bhellyamm.
Los estudiantes soltaron la carcajada.
Tomó el brazo mostrándolo, y en forma confusa e incómoda les explicó:
─Es de una cantante, que fue la fascinación de sus padres y abuelos, vamos a aprovechar para investigar acerca de ella.
─¿Cuándo murió? ─preguntó un estudiante.
─No, no ha muerto ─se apresuró a aclarar─ aún vive, hoy actuará en el Teatro Mayor, lo acabo de saber, lo están anunciando por el radio.
─Entonces, ¿de dónde sacó usted ese brazo?
─Es de ella, lo tiró por descuido.
Se volvieron a reír, pero el maestro sin dar a esto importancia continuó con la explicación escolar de ese día.
Al concluir, una alumna volvió al tema:
─¿Qué vamos a investigar?
Lo primero que se le ocurrió fue pedir que trataran acerca de la longevidad.
Así que los estudiantes, platicando con sus padres y consultando en internet llegaron a calcularle a Bhellyamm la edad de 257 años.
Algunos decían que eso era imposible, sobre todo si el maestro les había asegurado verla.
A otros nada les importó y leyeron con atención las reseñas de los espectáculos.
Las fotos periodísticas de esos días habían mostrado a una mujer sonriente, de expresión un poco acartonada, cubierta desde uno de sus hombros con un hermoso mantón de papel manila y saludando con la mano opuesta en alto.
*Los cuentos “Leyenda de Joseph Martin's”, “Volare” y “Sentimiento los ojos” están incluidos en el libro Lorenzo Bitácora, Querétaro, colección Peces Voladores núm. 20, Fondo Editorial de Querétaro, Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2007.
Volver a A. J. Aragón