Pícara premonición.
Anoche soñé con Enrique Peña Nieto. Si, ya sé que muchos estarán pensando, eso qué tiene de raro, si hay muchas viejas que se deslumbran con él, dizque porque está muy carita. Pero el sueño que yo tuve no es una cuestión de pasión inducida por la mercadotecnia política, es un sueño que he de confesar, no es la primera vez que tengo. Tampoco es cosa de que se me haya convertido en la fantasía sexual pre menopáusica, ni alguna de esas suciedades que a más de uno se le estarán ocurriendo en este momento.
Este sueño que me viene de vez en cuando me muestra la imagen de este personaje, con una actitud sencilla, generosa, modestamente vestido, sin preocupaciones, un muchacho con cara de ensueño. Es mi amigo de toda la vida, paseo con él en el Tranvía Turístico y conversamos de cosas simples que a ambos nos interesan, sobre todo aspiraciones, quimeras, deseos de volar. Siempre le acompaño a las puertas de su gran palacio de gobierno y me despido de él muy efusivamente, con mucho cariño. Yo camino unos cuantos pasos y de pronto lo veo salir en un gran auto lujoso, con una vestimenta muy cara y el copete envaselinado. Pasa junto a mí y no me mira porque no me conoce. No es que finja no conocerme, es que, una vez que porta su disfraz de gobernador, en verdad ya no me conoce. Esa metamorfosis no incluye solo la apariencia, sino es integral. Se transforma todo.
Al principio me parecía curioso que ese sueño tuviera que ver con el Estado de México, quizás porque es una entidad muy cercana a mi vida siendo que su territorio rodea prácticamente al Distrito Federal y en muchas ocasiones hasta llegan a confundirse. En mi caso, vivía en una zona donde al cruzar la calle ya estaba uno en el Estado, por el lado del municipio de Tlalnepantla.
Pero volviendo al asunto de los sueños y ya que andamos en las confesiones oníricas, hay otro sueño que me ha sorprendido desde hace algunos años. Recién obtenida la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón se hizo presente en mi íntima pantalla de cristal, con toda su galanura en plan de conquista (por lo menos electoral). Gobernante de la entidad que me vio nacer, que me dio crianza y escuela y un desarrollo profesional.
Marcelo también me hizo compañía varias veces, pero a él nunca lo vi metido en su traje de Jefe de Gobierno, sino todo lo contrario… Bueno, es que a él me lo encontré en una de sus fabulosas playas en el zócalo capitalino, debía estar Ad hoc con el entorno, pues. Aunque usted no lo crea, de repente hay sueños que tiene lógica, sobre todo cuando les conviene.
Lo que me parece el meollo del asunto es que ambos personajes sean los más señalados para obtener la Presidencia de la República Mexicana en el 2012. Son los precandidatos con mayores posibilidades de apoyo y de triunfo. Ambos gobiernan las entidades más grandes, de mayor población y de mayor riqueza económica en el país. Ambos se casaron (en segundas nupcias) con actrices de telenovela. Ambos poseen el porte de metrosexual que impera en la moda actual en el mundo.
El que los dos hayan aparecido más de una vez en mis sueños y con tanta anticipación, predecía algo. Que serían los personajes más controvertidos de los tiempos electorales en momentos verdaderamente críticos para el país. ¿Y los partidos que los postulen? Porque seguramente será más de uno los que se cargarán de un lado o del otro. Pero de esto se hará destajo una vez que queden establecidas las candidaturas formalmente.
Por lo pronto yo lamento mucho que uno no pueda soñar con lo que uno quiere. Vamos a ver si mi sentido premonitorio me alcanza para saber quién de los dos será el elegido. ¿Usted, con cuál de los dos soñará esta noche?
Publicado en el suplemento cultural aQROpolis del periódico
Plaza de Armas, el jueves 20 de enero de 2011.
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