top of page

Nido negro

 

Con el ascenso de tu falda

sentí caer

el último artificio de tu resistencia.

Eran las doce y jadeos con el desdén

de una vaga luz no perturbada por el vaivén

de una sola sombra contra el suelo. Aquí no, dijiste,

una pura congoja apenas dicha con la complicidad

de una luna despierta. Un nido negro el hondo cuenco

de tu sed volcada sobre el abismo de mi lengua.

Un beso del polvo a la deriva del tiempo.

 

Las primeras notas de una lluvia serena

cayeron con el último vigor del día.

 

 

 

Volver a Arturo Santana

 

 

 

 

bottom of page