Mustang fast back 83.
Leading up the road to ruin,
No last chance for alcoholic speediness.
Road to Ruin. Annihilator.
Pasan de las dos de la mañana y regresamos de una fiesta en Cuernavaca. El radio de mi Mustang Fast Back 83 suena débil. Alessandro y Rodrigo van dormidos atrás.
Comienzas a quitarte despacio tu chamarra, como si canción animal te hubiera animado a bailar un strip-tease para mí. Tu mano izquierda quedó sobre mi pierna, oculta bajo la chamarra; la otra cambia de estación. Sonríes. Devuelvo la sonrisa con cara de idiota. Veo de reojo tus tetas: parece que quieren romper tu vestido. Mis amigos siguen jetones. Llegas a mi entrepierna y comienzas a frotarme. Sin darme cuenta acelero.
Una sola mano es suficiente para controlar la dirección semi-hidráulica de un fast back a los ciento diez. Tus dedos y tu muñeca imprimen velocidad y presión junto con la cadencia de las percusión introductoria de simpatía por el diablo versión Guns and Roses.
Mi mano derecha está agarrándote las tetas. Cierras los ojos, tus labios están húmedos. Deslizas el cierre; se traba a la mitad. No puedo quitar la vista del camino, ni del retrovisor, ni de ti, ni del asiento trasero.
Ciento cincuenta. Debería bajar la velocidad. Tu mano se introduce frenética por el cierre, la mía rompe el botón de tu escote. Aprieto el volante. Tu respiración se acelera al parejo que la mía. Tu cara me recuerda la porno que vi el jueves. Las curvas me están dando problemas. Mi cuerpo tiembla y los párpados se cierran. Axel Rose casi termina de berrear. Estuve a punto de salirme en esta vuelta. El velocímetro va muy arriba. Nuestros cuerpos: tensos.
Algo que siempre me ha gustado de ti es que nunca usas brasier. Jadeas con el último acorde de la rola. Te aprieto. Un par de luces vienen de frente. El orgasmo me hace gritar. EL resplandor está sobre el auto. Alessandro y Rodrigo también gritan...
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