top of page

"Messi y Ronaldo fuman opio en el pabellón Palau Sant Jordi". 

 

 

 

Cuando Hereu i Boher le dio las llaves del Palau a Messi, jamás se imaginó que el futbolista hiciera del recinto olímpico una sala de fumadores de opio selectos.
          Entre los famosos invitados se pueden encontrar políticos, personajes de la televisión, escritores, artistas, arquitectos, cineastas y deportistas. Es difícil de creer que nadie se entere de estas reuniones ya que el jugador de futbol más famoso del mundo, es perseguido hasta las duchas por los medios y sus seguidores; la mayoría hombres, ya que las mujeres lo consideran poco atractivo. En cambio, los varones admiran su estilo de vida, sus proezas con el balón, sus piernas y en algunos casos, su cabellera. Un promedio alto de jóvenes masculinos, quiere algún día ser como él, o ser él, ya que varios ven la posibilidad de alcanzar su fama como imposible. 
Messi organiza las fumaderas en el Palau Sant Jordi porque según un anónimo, es el único lugar donde nadie iría a buscarlo.           Un edificio en donde se “juegan” los deportes menores como el baloncesto, el atletismo, la natación, y Dios los perdone: el tenis. 
          ¿Qué tendría que hacer el jugador más valioso del planeta en un recinto de olimpiadas?  
Entre otras cosas, fumar opio todos los lunes con su amigo Cristiano Ronaldo. 
          Así es, Messi y Ronaldo fuman opio en el pabellón Palau Sant Jordi. Algunas veces los acompañan figuras de Montjuic y algunas otras son ellos dos solos contemplando la vasta afirmación del mundo y sus misterios.
          La mayoría de las veces, cuando Ronaldo está colocado, sugiere que el universo es transformista, que la materia surge de la coalición y el desorden, que el discurso y el lenguaje son la parte fundamental de la existencia. Messi asienta con la cabeza y hace analogías del sol y Dios, comprende la vida misma desde el fractal cósmico y sufre por momentos, se da cuenta que la ensoñación del tiempo es el reflejo de su capacidad motriz con el balón. Sabe que su destino está escrito y que todo lo que gira y traspasa el universo es una mutación de él mismo, es Messi jugando al futbol en otras galaxias. Ronaldo, como es de comprender, se pierde en la retórica de su colega; pero lo entiende, él sabe que su ser es omnipresente y superior, sin embargo, atento a las necesidades metafísicas del hombre, es consciente de la relación cuerpo-demiurgo.
Después de varias horas, guardan silencio y se recuestan en las grandes salas vacías del pabellón, piensan en su futuro y en su presente, se saben elegidos e intentan asimilar la fama como un producto pasajero, como una posibilidad onírica y confusa. Nada puede detenerlos, y eso, aunque parezca inverosímil, los deprime. Ronaldo explora la sensibilidad de los pensamientos y sabe que al abrirse camino entre sus deseos e inspiraciones, existe la posibilidad de perderlo todo, inclusive a su gran amigo Messi. 

 

 

 

 

 

Volver a Horacio Lozano Warpola

 

 

bottom of page