Me he visto por telescopio
Soy hombre: duro poco y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben.
Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante
alguien me deletrea.
Octavio Paz.
Mi primera célula es oceánica.
De mi garganta
saltan peces fatuos
y azucenas cercenadas.
No he conocido volcán más radiante
que mis fonemas pirotécnicos
ni electrificada púa
que mi corazón punzocortante.
Gimo nubarrones,
escupo a mares,
mis poemas son lunáticos,
mis palabras se resumen
en galaxias.
También es cierto
que mi esqueleto es de fuego,
que de un sólo guiño
pongo en órbita mis helicópteros
y que mis parajes preferidos
son los cerros estrellados.
Siempre me verán
en mi sexto menguante:
polárico y humeante,
espiritual e icárico
a más no poder
y cuando mi piel torna transparente
sangro mis rosales
y opaco mis estrellas.
Nunca carcomido como mazorca:
atroz como gélido gato,
gutural como bengala
escupiendo la noche.
Tartamudean mis telescopios,
escribo telepatías,
corroboro rítmicas mis venas,
lunas navegan mis neuronas.
Ciegamente escribo la noche.
En la sorda ciudad
mi voz será
anuncio luminoso.
Leo estratósferas,
descifro poemas fuera de órbita,
transcribo estrellas años luz,
continentales vocablos
quemándome los dedos.
* Publicado en Zyrano, por ediciones el Humo (2014).
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