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Mantis pagana.

Relatos insectuosos. Parte II

 

 

Me enamoré de un hombre con cara de mantis religiosa, pero como él no cree en nada, eso lo convierte en una mantis pagana, digámosle campamocha, (que es lo mismo que mantis), le queda mejor. Como su especie lo dicta, me agarró con sus gigantes patas y me devoró viva. Bien dicen los campesinos, que las campamochas son de mala suerte, son mañosas y artistas en el arte del mimetismo, peligrosas, ocultan cosas. Son deportistas, inclusive hay un tipo de arte marcial inspirado en su forma de atacar… Son solitarias, excepto en el tiempo de reproducción; tienen tres enormes ojos (y enormes pestañas), con los que hipnotizan a su presa; gozan de muy buena vista (aunque les encanta disimular). En raras ocasiones, durante y tras el apareamiento la hembra se come al macho. No se asusten. Él es una campamocha, no yo.






 

 

 

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