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Mal día.

 

 

 

Por primera vez desde que era consciente, se siente feliz. Todo ha salido bien este día. Amaneció descansada y, al abrir los ojos, se encontró con que Goliat finalmente había aprendido a avisar para hacer sus necesidades afuera de la casa. Después de ser paseada por su perro, Jimena se preparó un desayuno que, extrañamente, sabía bastante bien. Había interrumpido la última mordida de pan con mantequilla para contestar aquella llamada. Le avisaban que su proyecto había sido aceptado, tenía que ir a revisar algunas cláusulas y, si así le parecía, firmar el contrato. Pensó que algo podía salir mal. Tal vez alguna de aquellas cláusulas resultara inaceptable, tal vez querrían pagar menos de lo presupuestado y le regatearían como si se tratase de una venta del mercado. Pero todo siguió estando de maravilla. Su firma temblorosa se repitió en todas las hojas del contrato. Ahora tendría trabajo para seis meses o un poco más. Podría terminar de pagar la hipoteca y las deudas de palabra que había adquirido con casi toda su familia cercana. A menos que… no sabía qué, pero según su experiencia, algo siempre podía salir mal. Tendría que tener precaución para no echarlo todo a perder. Tuvo excesivo cuidado bajando escaleras, atravesando calles, inspeccionando alimentos antes de introducirlos a su boca. Nada. El día estaba casi por terminar y ella no había sufrido ningún percance.

 

El teléfono sonó tres veces. Jimena no quería contestarlo, tenía un mal presentimiento. Timbró una cuarta vez y alzó el auricular. No se atrevió a colocárselo sobre la oreja. Colgó. Tras unos segundos volvió a timbrar, seis veces. “Hola, soy Jimena. No puedo atender tu llamada en este momento. Después del tono deja tu recado.”

     —Hola tarada, sólo llamaba para darte una noticia que te va a gustar. Se la daría a tu máquina pero no me gusta dar buenas nuevas a aparatos sin emociones, prefiero dárselas a humanos sin emociones, como tú. En cuanto puedas llámame.

     Dejó pasar media hora y marcó. Faltaban tres horas para que el día terminara. Se alegró de saber que su hermana por fin había logrado embarazarse, pero no pudo evitar pensar en cosas terribles: deformidades, complicaciones, muerte. Sacudió la cabeza. Odiaba tener, inevitablemente, esos pensamientos. Sentía que atraía lo malo con sólo imaginarlo, pero no podía dejar de hacerlo. Mientras más se esforzaba en deshacerse de las tragedias que habitaban su cerebro, éstas más le llenaban el pensamiento. Su hermana era distinta, había nacido con buena suerte y facilidad para alegrarse por cualquier cosa. Van a ser gemelos, dos por uno, qué suerte, así me ahorro un parto y mucho dolor, le había dicho su hermana, mientras ella visualizaba seis dedos en cada mano y mucho dolor.

 

Decidió ya no salir de casa, no quería que un día en el que nada malo había sucedido hasta el momento, se echara a perder por su imprudencia. Prendió el televisor. Pasaban una película que había querido ver desde hacía años. Le gustó, aunque todo el tiempo estuvo temiendo el peor de los destinos para el protagonista. No fue así.

     Revisó su reloj. Veintinueve minutos faltaban para completar un día entero de buena fortuna. No dejó de observar el movimiento de las manecillas. El segundero dando pasos precavidos hacia todas las nuevas posibilidades que hay detrás de otro nuevo segundo. Cada avance milimétrico, el riesgo de un desastre. El corazón de Jimena acompasándose con las manecillas. Imposible pensar en no caer en una mala casilla mientras se siga apostando al giro de la ruleta. Pavor a cada tic, terror en cada tac. Veintinueve minutos más extensos que un día casi completo de buena fortuna. Últimos segundos. Último movimiento del día. Ambas manecillas en los alto, llegando al unísono a la cúspide de la felicidad. Un nuevo día. Jimena con insomnio, las manecillas recomenzando el camino, millones de posibilidades más de perder la felicidad. Muchos días de angustia por venir. Ojalá nunca hubiera tenido ese día feliz. Ahora sentía tanto miedo de perderlo todo.

 

Publicado en la Revista Parteaguas del

Instituto de Cultura de Aguascalientes

 

 

 

 

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