Lobos.
Se detuvo debajo del marco de la puerta y nuestras miradas se cruzaron, mi rostro ya no era el mismo, tampoco el de él, pero de alguna forma el momento en que nos volvimos a encontrar después de tantos años nos refrescó la memoria con tanta fuerza que de nuevo tuve esa sensación desagradable en el estómago. Inmediatamente recordé el día en que comprendí cómo funcionaba la naturaleza. Fue durante uno de los veranos en casa de mi abuela, cuando mis padres se iban de vacaciones hacia cualquier lugar del mundo y nos dejaban a mí y a mi hermano en un viejo chalet a orillas de lago Tahoe para que Gladis nos cuidara hasta que tuviéramos que regresar a la escuela. Las vacaciones con la abuela hubieran sido mortales para mí de haber estado sólo, pero mi hermano Curtis era 10 años mayor y con frecuencia tenía un plan para zafarnos del aburrimiento, así que todas mis vacaciones hacía lo que Curtis ordenaba, si tenía ganas de pasear por el bosque paseábamos, si quería ir a pescar pescábamos y si quería platicar con una chica yo me escondía.
En el verano del 82, Curtis ya no pasaba tanto tiempo conmigo, tenía 17 y había conocido una chica linda en Truckee, todos los días tomaba la camioneta de la abuela y manejaba hasta el pueblo, nunca me llevó. La abuela se dio cuenta de esto y pensó que lo mejor que podía hacer era forzarme a tener un hobbie, intentó muchas cosas como enseñarme a pintar, a bordar y a hacer casas para pájaros, pero nada funcionaba, yo era un niño muy tranquilo y prefería pasarme las tardes viendo cómo el sol se ponía sobre las colinas pálidas de la sierra nevada o contemplar como las hormigas subían por las patas de la mesa hasta amotinarse en algún dulce, eso no la detuvo, alertó a mis padres de lo que estaba ocurriendo y ellos le prometieron hacer algo al respecto, así el primer día de verano recibí el primer regalo que cambiaría mi vida, una cámara de video.
Los demás días de ese verano la pasé grabando pequeños documentales narrados, producidos y grabados por mí, usaba mi Betamovie para grabar todo lo que podía y la abuela no tuvo más remedio que comprarme una caja repleta de cintas para que no la molestara durante lo que restaba del verano. Mi primer proyecto consistió en grabar los juegos pirotécnicos el cuatro de julio, pero poco a poco los retos fueron haciéndose más complejos, bajo recomendación de Curtis empecé a grabar vida salvaje y a hacer unos intentos de documental más formal con arañas y escarabajos que me encontraba en el camino.
En la mañana del 12 Agosto, Gladis invitó a un viejo que había conocido en el Golden Nugget de Carson City, yo era muy joven para comprender las cosas que hacían los adultos cuando le pedían a los niños que fueran al pueblo y que no volvieran hasta bien entrada la tarde, así que tomé mi cámara y me interné en un sendero que estaba casi inexplorado, tenía que tener cuidado con mis movimientos para no caer y al mismo tiempo grabar cualquier material que pudiera servirme, yo no podía estar más emocionado, mi padre había prometido llevarme a un laboratorio de video para editar mis películas tan pronto regresaran de vacaciones, eso me dio la motivación suficiente para hacer trabajos más arriesgados. Ese día había sido particularmente sobresaliente, pude grabar una familia de castores, un grupo de hormigas acarreando los cuerpos de unos escarabajos y varias aves, pero tuve un encuentro que me cambió la vida.
La abuela nos hacía atarnos un estambre a la cintura para poder dejar un rastro y volver a casa si la noche nos atrapaba en el bosque, yo siempre seguía sus indicaciones, pero esa tarde me sentí particularmente aventurero así que me solté y me interné más y más en la espesura esmeralda y el olor a pino.
Mi grabadora había hecho un gran trabajo capturando los sonidos de la naturaleza, la hojarasca tronando en mis pies y los ruidos de las aves a mi alrededor, usaba los audífonos por que aumentaban de manera considerable mis capacidades auditivas, era como ser un súper héroe. Durante esos momentos yo me convertía en el rey del bosque, caminé suelto del estambre durante una o dos horas cuando un sonido me alteró. Escuché un eco a mi derecha y me giré, luego lo sentí aproximarse detrás, me tuve que quitar los audífonos para perturbarme menos, pero aún lo sentía rodeándome, me estaba asechando y yo no sabía qué hacer, inesperadamente escuché un ruido espantoso, dos criaturas peleaban entre la maleza. Podía distinguir los bramidos de un animal y los jadeos del otro, de pronto así como había empezado terminó y todo quedó en silencio, levanté la cámara y me atreví a usar el zoom para ver lo que sea que aguardaba dentro del bosque. De entre los arbustos se podía percibir dos esferas amarillas que me veían celosamente agazapadas desde un terreno alto, tenía el pelaje de un hermoso color dorado y el rostro cubierto de sangre de venado, me miró fijamente y yo no podía estar más aterrado, bajó la cabeza y continuó comiendo del otro animal y yo poco a poco me fui alejando, primero de frente para no perderlo de vista, pero tan pronto tuve una oportunidad de girar y correr lo hice.
Cuando encontré el estambre una sensación de alivio invadió mi cuerpo, ahora me sentía emocionado por haber capturado a un puma alimentándose con mi cámara, aunque estaba seguro que si mostraba ese material, todos incluso Curtis me dirían que estaba loco y que podría haber muerto, eso reduciría dramáticamente mis salidas para grabar un futuro, pero tal vez y con mucha suerte ese material podría llegar a las manos de las personas indicadas como un productor o una persona de la National Geographic, decidí no deshacerme del video y caminé complacido rumbo a casa de la abuela, imaginando mis aventuras alrededor del mundo como documentalista.
Llegué a casa pasada las seis de la tarde y un terrible presentimiento dominó mi mente, el chalet de la abuela era un lugar hecho completamente de madera, tenía amplios ventanales y una sola entrada, era del tipo de casas que aparecían en los catálogos de bienes raíces como hogares para que la gente rica vacacionara, pero había algo extraño esa tarde, se veía más opaco, una de las puertas estaba abierta y el vidrio de la ventana que daba a la escalera estaba roto.
Entré a la casa y comencé a grabar todo con mi cámara, el sonido de mis pasos sobre los vidrios rotos, las estanterías volteadas y un rastro de sangre, llamé varias veces a la abuela, pero ella no atendió, cuando entré al su recámara, vi que el rastro se convertía en una mancha carmesí que cubría toda la cama, comencé a respirar de manera agitada, mi vista se nubló y comencé a llorar, empecé a llamar a Curtis, pero no estaba en casa, recargándome en la pared para no desmayarme me llegué hasta el garaje y entonces vi a un hombre gigantesco o al menos así me pareció, usaba un smoking gris, unos guantes y llevaba el rostro de un animal terrible, era gris, con unas orejas puntiagudas, los ojos amarillos, las fauces alargadas y los dientes afilados como navajas. Clavó su mirada en mí y siguió trabajando en el cuerpo de la abuela, no lo estaba comiendo, estaba terminado de subir el cadáver a la camioneta, una guayín color ocre.
No me moví, entonces me señaló con el dedo lo que llevaba en la mano y puso su mano sobre la frente, le confirmé que era una cámara, la levanté y comencé a grabarlo, se escuchó una risa y el tipo caminó hacia mí, yo retrocedí lentamente, pero la pared detuvo mi movimiento, cuando estuvo frente a mí, comencé a llorar y a pedirle por favor que me dejara en paz. Súbitamente movió el brazo y atrapó mis mejillas entre sus dedos oprimiéndolas con fuerza como si se tratara de una pinza, comenzó a jadear y a reír, podía percibir el olor hediondo que despedía la máscara que hacía que se me revolvieran las tripas, el lobo levantó un cuchillo y lo pasó cerca de mis ojos, vi el resplandor plateado del filo y unas sensación helada recorrió cada uno de los huesos de mi espalda, como si los estuvieran cubriendo con nieve. Aparté la cara con fuerza y apretó mi rostro con una fuerza terrible, empecé a sentir un sabor oxidado y tenía la sensación de la piel machacándose contra mis muelas, abrí la boca y como si se tratara de un médico colocó el cuchillo dentro a manera de abate lenguas, detuvo las risas y con la otra mano separó mis párpados y me obligó a verlo, debajo de la máscara, en la profundidad que describía el abismo que dibujaban las sobras que hacía el latex y el peluche, se podían percibir dos ojos oscuros como ónix, llenos de vitalidad y alegría. Con un movimiento violento desplazó el cuchillo de izquierda a derecha, el sabor del hierro reclamó mi boca.
El lobo soltó una carcajada terrible que taladró mis oídos y perforó profundamente mi alma, aún hoy en día me trae las peores pesadillas. Las puertas del garaje se abrieron y la Guayín se alejó. Nunca volvimos a ver a la abuela.
Había salvado la vida dos veces en ese día, el puma no me mató y el lobo tampoco lo hizo, de todo lo que hasta ese entonces podía comprender sobre la naturaleza era que los depredadores rara vez se atacan, nunca vi a un tigre y a un león pelear. Por eso ninguna de las dos bestias que vi ese día se había atrevido a matarme, ambos percibieron en mí a otro depredador.
El caso se volvió noticia durante un par de semanas, en gran parte gracias al video que yo había tomado donde se mostraba al asesino cínico y seguro de sí mismo, las siguientes semanas fueron de llantos y preocupaciones, hasta Curtis que era en ese entonces mi héroe lloró durante la ceremonia simbólica en honor a la abuela, entendí que había muy pocos depredadores, todos vivíamos tratando de convencernos que de que éramos buenos cuando la naturaleza nos decía que tomáramos lo que quisiéramos, que destrozáramos lo que nos estorbaba, que nos folláramos a quién quisiéramos y que matáramos cualquier cosa que nos impidiera lograr lo que queríamos.
Mis padres, especialmente mi madre, se volvieron muy protectores conmigo y con Curtis, pero yo nunca acepté que se me tratara diferente por lo que había pasado o por tener una marca en el rostro, era algo que estaba destinado a pasarme, era mi bautizo de fuego.
Yo nunca maté a nadie. Nunca hice daño físicamente, pero me abrí paso en la escuela mostrándome como un animal intimidante, nunca dejé que nadie me hablara mal, ni que me voltearan la cara, era un chico muy temperamental, muy respetado y a veces hasta temido. Curtis se convirtió en un padre de familia ejemplar y consiguió un estilo de vida íntegro rodeado de personas sosas con un trabajo aburrido que le da lo suficiente como para no quejarse pero nunca le permitirá comprobar quién es en realidad y con una mujer maravillosa que finge tener jaquecas para sólo coger una vez a la semana. Yo por otro lado descubrí que no era una persona ejemplar, no era conformista, no quería pertenecer al rebaño, muy a mi manera prefería ser un lobo, como el que se había llevado a mi abuela. Pese a que era muy bueno nunca me atrajeron las actividades físicas, me concentré en volverme un depredador ápex en mi materia, me esforcé todos los días por ser más inteligente, por ser el primero y por no tener rival. Poco a poco fui escalando en los rangos escolares, era el chico más listo de las clases, pero también era capitán del equipo de lacrosse y era bastante popular.
Cuando veía los reportajes sobre el lobo del lago Tahoe escuchaba decir a los reporteros y presentadores que se trataba de un tipo muy inteligente y a la policía decir que lo iban a atrapar por que ya había cometido errores, la verdad era que estaban celosos de él porque no se trataba de un loco o un cazador furtivo de personas, el lobo del lago Tahoe era una persona sumamente maquiavélica que sobre todas las cosas siempre se salía con la suya, como un depredador alfa, él era el principio de la cadena alimenticia y los celos alrededor de mí eran la primer señal de que estabas escalando los peldaños correctos.
Nunca maté a nadie… una vez casi lo consigo, fue durante la fiesta de graduación, en ese tiempo volví a Nadine Summers mi novia, no era una chica brillante, ni mucho menos, de hecho era bastante estúpida y con aspiraciones simples, soñaba en convertirse en una maestra de preescolar, yo siempre le dije que eso era una idea sosa, lo decía enserio, pero ella siempre creyó que se trataba de una broma por el tono de mi voz. No la quería, era una decoración perfecta para mi coronación como rey de la preparatoria, nunca la toqué, no porque no quisiera, sino por su terrible reputación, parte de ser un gran lobo era no permitirme enfermarme y nunca lo hice.
Terminada la fiesta en el auditorio del colegio nos invitaron a una fiesta en casa de un chico llamado Terrance, un aspirante a mi manada que tenía muy pocas probabilidades, pasadas las cuatro de la mañana mi querida Nadine estaba demasiado ebria como para levantarse y la dejé recostada en uno de los sillones y me salí de la casa para estar con otra chica, una que sabía estaba limpia. Nadine se dio cuenta pero sabía que montar un teatro frente a mí no funcionaría así que se comenzó a besar con Terrance, yo no lo podía permitir, en realidad no me importaba pero su actitud rompía mi código personal, como un caballero aparté a Terrance de la chica y lo dejé soltar el primer golpe, cuando fue mi turno tuve la sensación más placentera que jamás había experimentado, lo golpeé una vez en el rostro y la forma en la que los huesos de la cara se adaptaban a la forma de mi puño me pareció mágico, era como si esa naríz, boca y ojos hubieran estado esperando desde que él estaba en el vientre de su madre a que mi puño los impactara, me hizo sentir una alegría terrible era casi sexual cómo las formas de dos cuerpos se moldeaban para un solo momento de placer infinito, lo volví a golpear, esta vez en el estómago y mis nudillos sintieron cómo sus intestinos se acomodaron para recibirlo, era como si cada golpe nos hiciera más unidos, yo no me podía detener, estaba experimentando cada parte de su cuerpo, el pecho, la quijada, las bolas y la cavidad ocular. Nadine se arrojó contra mi brazo y entonces entendí lo que hacía ser al lobo del lago Tahoe quien era, el rostro de la chica reflejó un terror indescriptible, era como ver una obra de arte en sus ojos, la capilla Sixtina, la monalisa, la sagrada familia, todo estaba en ese par de perlas con pupilas dilatadas.
Me detuve y la tomé por la cintura, después comencé a besarla con unas ganas terribles de arrancarle el rostro a mordidas, me disculpé con Terrance y gasté parte de mis ahorros universitarios en su cuenta del hospital. Quedamos en buenos términos cuando me aseguré que fuera mi sucesor en la preparatoria, claro que nunca sería como yo, pero mi nombre quedó limpio.
Estudié la universidad para desarrollar todos los aspectos intelectuales que podía permitirme y rápidamente me convertí en un analista financiero para una de las firmas más importantes del mundo y la bolsa de valores es mi campo de caza, todos los días me enfrento a cientos de personas que quieren ser mejor que yo y a veces lo logran, eso me excita. De noche cuando no me puedo contener busco alguna persona solitaria o una prostituta para que mis puños se liberen, así conocí un grupo de personas terribles y maravillosas al mismo tiempo, justo como yo.
Aún no sé quiénes son ni qué hacen, pero han prometido saciar mi sed, lo sé porque cuando vi a esa persona cruzar el umbral de la puerta se quedó viendo la cicatriz en mi rostro, es muy viejo ya, pero sus ojos color ónix son inconfundibles, le sonrío, el levanta sus manos y me hace una seña como si trajera una cámara de video, le contesto afirmando con la cabeza y él me sonríe de una forma tan familiar que me hace sentir amado.
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