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La Perla. $25 pesos un rato.
Las chicas inteligentes no lo hacen.
El domingo, en un hotel entre burdeles, le quitaste el pantalón. Ella dijo quiero oír que me quieres, mientras tú, con la tranquilidad de un anciano, subías la pantaleta verde con margaritas, a su lugar. Por fin, le hiciste el favor y ofrendó los restos de sí como bulímica. Tocaron la puerta. La ropa estaba enredada entre la cobija y la sábana. Le diste gusto en la bobería de tender la cama, y salieron, apresurados. Hiciste un comentario estúpido sobre una puta, pero luego fuiste especialmente amable. Es lo mejor que ella ha tenido.
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