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Javiera, sus diarios.

 

 

 

No sé si se pueda escribir el olor de una garganta vacía, no si exista la posibilidad de alcanzar el abismo con los ojos, ni siquiera sé si vale la pena levantar del piso una mariposa moribunda y descubrir bajo sus alas amarillas unos ojos de gato. ¿Será suficiente con aprender Jazz para recordar su mirada para siempre? Cuando se ama a una mujer se aman al mismo tiempo los espejos, se ama el precipicio. Se puede estar fuera y dentro, sentirse uno mismo desde lejos, besar para encontrarse con el saber propio, mirarse a los ojos e intuir con mayor razón el movimiento.
          En la cama estoy conmigo, me contorsiono en el cuerpo y sólo quedan sentidos hundiéndose en las sábanas. Yo eres tú y yo al mismo tiempo, perdiendo la frontera sin perder de vista la mirada. ¿Estás jugando serio conmigo? Te recuerdo y me dan ganas de abrazarte, no te acabas y eso me emociona.
 
Cuando viví en Paris aprendí las reglas de memoria, caminaba las calles a escondidas sin perderme y descubrí que en el Jazz me camuflaba. Pasé buenas noches bailando en los pianos con copas de cognac y fumando cigarrillos largos, mientras tanto te buscaba. Los hombres me miraban y yo los seducía, sin embargo el saxofón desprendía siempre la sospecha de nombrarte. No sé si para siempre pero te quiero ahora, para contarte mis historias y escucharte, salir, verte de repente, despeinada; quedarme alguna noche.
          Estaré enamorada sólo algunas veces, luego te veré distante, te dejaré, necesitaré dar un paseo por el centro de la ciudad a solas, repararé mi bicicleta, iré de viaje con gente desconocida, te abandonaré por momentos y haré de eso una forma distinta de tenerte. Luego, sentiré la intensa necesidad de buscarte y estarás ahí, difícil, haciendo tus cosas.
          De vez en cuando me dirás que me extrañas y me preguntarás entre líneas dónde he estado, me besarás con tal ternura que no sabré si perderme contigo, o si es que es importante perderme sin guardar la compostura de mi traje sastre. El Jazz no será suficiente, entonces intentaré componer música para ti en mis ratos libres, te escribiré algunos poemas.           La mayoría te los leeré, sabrás que te los dedico porque tú serás el tema y eso será lo que se lea en las avenidas y los parques. Por lo general serán escritos en papelitos con manuscrita y los dejaré en lugares que te sorprendan, que mínimamente te arranquen la sonrisa que me llena los ojos de espanto. Cuando los descubras, sabrás que aquellos que hablen del nosotros irán en un sobre cerrado con su sello de laca. Pasearé como cartero y aunque sólo sean poemas, lanzaré los mensajes por encima de la puerta y entenderás algún día que un poema es mucho más importante que un periódico, que vivo de lejos contigo, porque eres tú a quién y es el mundo a la par. No hay nada más qué entender.
 
Mis padres nunca hablarán nada, ellos sólo comentarán del clima, de los parientes lejanos y alguna vez dejarán espacio para tus respiros medianamente agitados. No saben del asma, no te preocupes, no morirás de eso. No siempre estaré segura de estar contigo, no siempre estaré contigo. Tomaré fotografías de los balcones, las avenidas largas con mercados en las orillas serán mis lugares favoritos, donde vendan antigüedades permaneceré por horas tratando de encontrar mi mejor recuerdo. Cuando esté contigo difícilmente tendré apetito, cuando hayan pasado algunos meses sin verte no podré hacer más que comer todo lo que encuentre en la alacena, sin mesura.
          Estaré melancólica, como los discos rotos de hace años que ya no pueden ser tocados, me hará falta que me toques y volveré a escribirte cuentos y poemas pero ya no más con letra propia, todo quedará en hojas de computadora fría y quizás, si encuentro las vías, te lo haré llegar por mail aisladamente.
-Estoy pensando en ti- te diré cuando esté feliz y enseñaré los dientes ligeramente despostillados por el tiempo. Aún tengo la piel sin arrugas, soy joven, se me cae el pelo con frecuencia,  ¿y tu?, ¿en qué lugar del mundo estás?, hace mucho no sé de ti.
 

*


De tus silencios vivo, de recordar cómo se te enronquecía la voz después de soplar un saxofón durante varias horas. Llegar al cuarto y sentir tus respiros rancios, empolvados, saber que tus ojos llevan noches enteras cerrados al ritmo del blues. Te presiento como un cuaderno pautado, te descifro entre notas. Tocarte es ensayar con un sinfín de melodías, te prestas para amarte musicalmente. Sí, de tus silencios vivo siempre y cuando te vendes los ojos y no sepas a qué estás jugando.
 
Sé que te gustan los cuartos oscuros.
 
Tus estaciones son como las salas de un museo, tu exposición es temporal y cíclica, es de puertas abiertas. Empiezas con voz templada, extiendes tu conversación y es inevitable sentirse invitado por ti a tejer rítmicamente un puente de palabras. Sonríes como si estuviera retoñando de ti un campo de pensamientos, una violeta bicolor donde se aloja la larva para alimentarse. Podría usar el tiempo para mirar tus ojos, se te ve ausente, vendida al juicio de los espectadores y de un momento a otro eres una flor seca.
 


*
 


Revés de ti, tu sintonía:
tus hijos muertos, tu no-almohada de noche
tu forma esquiva de afrontar mi boca,
entiende la luna
que negándose
aún así,
alumbrará.
 

 

*

 
Puse la hoja a contraluz
y abrí las palmas para que cayeran en vacío sobre las escrituras péndulos de aire. Tomé la hoja del piso, la enfrenté al brillo del foco y abrí los dedos nuevamente para que el papel volara solo hacia la tierra,
materia blanca sin tinta.
 
Bajé las manos respirando lo indispensable,
             (puse en cuclillas el cuerpo y recogí a un lado de mis pies el pliego que estrellé en
              el resplandor de la bombilla varias veces)
esperando que alguna de tantas no cayera.
 
Todo cae, hasta la luz cae
pizcas de ti caen.
Sobre mí: pedazos de madera, herrería.


 

 

 

 

 

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