Instrucciones de Ulysses a su perro Argos
Y recorrí
pálidos muros,
solares,
tatuados;
quemé
pupilas
en pirotécnicas
noches,
amanecí
con los pies marinos,
atravesé ciego
incendiados bosques de luciérnagas,
calles de cigarros
eléctricos
y pájaros acróbatas;
dejé mi piel
colgada
en cósmicos tendederos,
sumergí mis pulmones
en tempestades,
usé mi disfraz
de incrustaciones nocturnas,
puse mi cara de horizonte
o de mar abierto,
doné mi mirada
a la humeante locomotora,
fumé un cerro
en la punta de la noche,
aventé mi garganta a la pared,
agité volcanes como versos,
estallé un poema nuclear en la computadora,
enmarqué poemas instantáneos,
me limpié los poemas de la boca,
bebí la espuma del poema,
inventé una raza de metáforas,
medí poemas en kilómetros,
estrellé mis ojos contra el mundo,
tropecé con una nube,
escupí atardeceres a las ventanas,
cabalgué noches como gatos,
le eché cloro a la palabra,
me tallé las palabras de los dedos,
tosí un terremoto,
caminé con los zapatos
llenos de universos,
espié las huellas del mundo,
usé de anteojos edificios
y escribí el poema interminable.
El poema
tiene abejas y
espinas sangrando
en la punta de
la lengua.
Tus manos hablan solas
porque hay palabras desnudas
en la página de una galaxia.
Tu pecho volcánico,
tu diente de estrella,
tu saliva infinita.
Tus ojos aéreos,
Crepusculares
de tantas venas
alto voltaje,
de tanto incendio de pájaros,
de tanto corazón eléctrico
que se prende y apaga.
Vuelve a
ser
polvo,
calle,
raudal.
Haz corto circuito con el mundo.
Haz de tu garganta
cañón,
parvada,
puñalada.
Porque amanecer no es llaga
ni tatuaje
ni derrame
ocular
ni la noche trozo de piel quemada
o color de ahorcado.
Derrítete en relámpago,
rumea praderas,
cicatriza nubes abiertas,
desgarra cartílagos y piedras.
Dilata tus pulmones
porque a todas horas hay lenguas de fuera
sacudiendo las aletas en el lodo,
porque la palabra frontera
se mide en centímetros y alientos,
porque el poeta se quema los dedos
a pesar de las hogueras,
porque el cuerpo explota en cada esquina,
porque aullar no sólo es artificio
de gatos invisibles,
porque el cuervo se come a besos las pupilas,
porque el ciego canto del cisne suena estrangulado,
porque el poema tiene abejas y espinas
sangrando en la punta de la lengua.
Hermano:
Aún te quedan
1000 escupitajos
en la boca
por explotar.
Aún hay vagabundos que sangran
por canonizarte.
Aún te quedan
puentes
catedrales
para colgar tus estrellas,
para salpicar constelaciones
y prenderte fuego en la garganta,
para radiografiarte
el fantasma y el aliento,
para congestionarte las ojeras
hasta el delirio,
para hacer de tu pecho
ladrido enjaulado
y amanecer con el saco embarrado de palabras
en medio de la noche kilométrica.
Tienes
tantas venas recorriendo
por el mundo
que te sangran los versos de la piel.
Ciego flotas precipicios,
Te inflamas el espíritu,
gritan tus zapatos
de soles enterrados,
de volcánicas
palabras
derramadas,
de tanto perro convertido ceniza en el camino,
de tanto hueso y cartílago
que han quedado rezagados.
Tienes las manos llenas de ficciones
y de páginas
interminables
que se te han hecho neones las pupilas.
Tienes desecho el diafragma
de conversaciones corrosivas,
de elocuentes lanzallamas,
de poemas vomitados,
de tanto tumor en la yema de los dedos.
*Publicado en por Herring Publishers (2012).
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