top of page

Hubiera preferido que fueran pesadillas.

 

 

 

 

Un día soñé con un larvario y meses después habité en él. Otro día soñé que pintaba un larvario y días después Gerardo lo pintó. Al día siguiente soñé que le robaba sus historias a los escritores jóvenes y así fue. Soñé que no me acordaba de nada, desperté y no me acuerdo qué pasó. Soñé que nadie me entendía y cuando desperté hablaba una lengua extraña. Besé a Nicolás, aprendí a tejer a velocidades luz, viajé en avión, le escribí a una mujer, me mordí la lengua y luego, ya cansada, me fui a dormir pero no pude soñar nada, no es que no me acuerde, no pude soñar nada. Entonces me di cuenta de que había terminado el libro. 

 


 

 

 

Volver a Elisa Herrera Altamirano

 

bottom of page