top of page

Emergente.

 

 

 

A Patricio Rebollar

 

 

Pato no entiende o no quiere entender que yo soy su maestro y que las palabras son rosas ebrias: abren zanjas con fuego; pero él no perdona, nunca perdona.

        Ay, Pato, si tú supieras cuánto tiempo he sufrido, acallando en puertos del aire.

No, no me argumentes nada. Sal ahora y busca la palabra en los instrumentos de la muerte.

Si encuentras un llanto incoloro, calla. ¿No sabes que el silencio se quiebra a veces y que de pronto todo se inunda de alas?

        Prefiere siempre lo eterno.

        Qué te puedo decir, amigo, Patricio.

        O soy un pésimo poeta o aprendí sólo cosas que no se pueden traducir jamás.

Para el caso es lo mismo. Démosle vuelta a la hoja.

Y que los ciegos se las arreglen con su tiniebla; que ya bastante luz es la que me ciega, en noches leves como ésta. Mientras el honor se hace trizas, detrás de lo que digo.

 

 

 

 

Volver a Osvaldo Fernández

 

 

bottom of page