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¿Cuánto por tu cariño?

 

 

 

 

Globos, globos y más globos por todas partes. ¿Qué tendrán que ver los globos con el amor? Que está lleno de aire, que deslumbra mucho y dura poco, que se arruga al desinflarse.

         Recuerdo que hace algunos años al catorce de febrero se le llamaba el día de los novios. Pero para la mercadotecnia resultaba muy poco rentable. Son cada vez menos las parejas que se identifican con el concepto de noviazgo. Fue necesario ampliar el festejo a todas aquellas relaciones que no tienen un compromiso formal, aquellas a las que se les llama mi compañero, mi güey, mi galán, mi detalle, mi asuntito, o simple y sencillamente “andamos”.

         Para la publicidad, todas estas relaciones indefinibles se conjuntan en el concepto amistad. Pero las campañas publicitarias no se dirigen solamente a los jóvenes, que son presa fácil de esa explotación, sino que ahora entran grupos de todas las edades. Como es el día de la amistad, todos estamos obligados a tener mínimo un amigo y desde luego a regalarle algo. Así vemos que desde las guarderías hasta las agrupaciones de ancianos se fomenta la celebración, y entre más amigos festejen, mucho mayor será el consumo. No es lo mismo lo que consuman solo dos a que lleguen acompañados de otros diez.

No hay escapatoria posible. La vorágine comercial ha llegado a grado tal, que ya no es sólo un día, sino todo el mes. Así que no se preocupe si el catorce usted anduvo sin un quinto. Todavía tiene la oportunidad de quedar bien y aprovechar las promociones, como ésta que me hallé en el anuncio de un cine: Este mes de febrero se pone romántico. Trae a la taquilla una foto besando o abrazando a tu pareja y opten gratis un dos por uno. Nota: Se aceptan fotos con parejas diferentes todos los días ¿cuántas traerás? Y qué tal esta otra: ¡Este catorce de febrero celebra tu amor con huevos! En la compra de cualquier combo, más 49 pesos, llévate un peluche de huevos.

         Y yo sigo aquí en el café mirando globos. Lo que para mi iba a ser una mañana de plácida lectura se ha convertido en un berenjenal de celebraciones amistosas. Hasta aquí han llegado los vendedores de rosas rojas, envueltas en papel celofán; los vendedores de poemas y de canciones; los reporteros de sociales que toman fotografías de las parejas o de los grupos de amigos, haciendo a un lado a la gente que como yo, viene sola en busca de un rincón acogedor.

         Todos metidos en su papel de gente feliz, y a nadie le importa saber que yo también estoy acompañada: Tengo entre mis manos un buen libro, sobre la mesa una taza de café cargado y bien caliente, en mis oídos la más hermosa música que guardo en un pequeño reproductor; amores auténticos, amigos fieles hasta la eternidad. En compensación, la mesera ha puesto sobre la charola de la cuenta una paleta de caramelo rojo en forma de corazón, y me agradece la visita con una afable sonrisa. No me queda más remedio que sonreírle a pesar de que aborrezco los caramelos, no me gusta el color rojo, y tengo muy agrios recuerdos de las paletas de cereza.

 

 

 

Publicado en el suplemento cultural Barroco de Diario de

Querétaro, el domingo 1 de marzo de 2009.

 

 

 

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