Corderos.
Hay mucho vapor para poder ver siquiera mi mano o mi cuerpo desnudo, no hay necesidad de nada por que sé lo que he hecho, cómo he llegado hasta aquí y de ser sincero debo aceptar que no hay lugar que aprecie más que el baño, no un baño turco, no un sauna, ni el vapor de un gimnasio, el simple baño de mi casa con sus canceles y azulejos blancos. Es mi lugar especial, por decirlo de alguna forma. Lo encuentro muy relajante y alejado del ajetreo diario, para mi entrar al baño es ponerle pausa a tu vida y darte unos segundos para apreciar detalles insignificantes cómo la impermeabilidad de la piel, las arrugas que se hacen en las yemas de los dedos o sensación del agua a distintas temperaturas golpeando contra el cuerpo me hace sentir muy ajeno a este mundo y fuera de mí. El baño empieza con un chorro de agua fría para despabilar las neuronas y alertar la mente, poco a poco el agua se va calentando para dilatar los poros y los vasos sanguíneos, es un momento idóneo para pensar y meditar, cuando la mente está más abierta y más sensible es a mitad de una ducha. Mentiría si no dijera que las decisiones más importantes de mi vida las hice tomando una ducha o sentado en la taza, hoy no es la excepción, me concentro en el chorro del agua golpeando el cuero cabelludo que deja ver mi calva, la siento recorrer por vi barba grisácea y escurrirse por mi pecho y panza hasta arrastrar todo lo impuro que hay en mí y llevárselo por la coladera.
Cierro los ojos con fuerza y no paro de llorar, el agua de la regadera oculta el llanto y me hace sentir de nuevo en el útero de mi madre, a salvo y protegido, dentro de los canceles me formo una matriz que me protege de los terrores del exterior y de los dolores del recuerdo, sólo pienso “hoy termina todo”. Salgo de bañarme, pero no me visto inmediatamente, me quedo desnudo frente al espejo y me pongo nervioso ¿Cómo debo verme? Sé que la senectud me sienta bien y me permite verme de la forma que yo quiera en la calle, si mi barba es muy larga soy un sabio y si me rasuro soy un galán de cine retirado; entonces no puedo decidirme porque la cita que tengo hoy es tal vez la más importante de mi vida. Empiezo a recordar de lo que le pasó a mi querida Greta y de cómo odio a esos chicos cool que manejan los autos que les compraron sus padres a toda velocidad en zonas escolares y caminos trepidantes.
Decido que debo rasurarme y perfumarme, es una ocasión especial y es lo menos que puedo hacer para tapar un error que cometí hace ya tanto tiempo. Terminando de asearme me visto de manera formal con un traje de color oscuro, una camisa azul y una corbata roja, tomo un peine y delineo mi cabello un poco para ocultar los estragos de mi edad en el cráneo, camino hasta mi cuarto, una habitación grande de color blanco muy elegante con sábanas color marfil y muebles de madera fina y metales pulcros. Me acerco al lado izquierdo de la cama y me siento un momento, volteo a ver hacia el buró donde la foto de Juniper me espera para que le dé los buenos días, la tomo en mis manos y le cuento “Hoy es el gran día querida” beso su foto y una sensación de inmensa soledad me devasta por dentro, tal vez si hubiera sido lo suficientemente fuerte mi familia nunca hubiera pasado una tragedia que nos volviera tan lejanos, me doy una revisada en el espejo antes de salir, mis ojos parecen más negros que de costumbre, como si no tuvieran brillo o se trataran de una mirada muerta, talvez sea eso, a veces pienso que tener un compromiso tan importante sin cumplir nunca me ha dejado morir en paz.
Bajo las escaleras que son amplias y en caracol hasta el vestíbulo principal de mi casa, veo el piano, las fotografías y los muebles que están todos cubiertos con sábanas blancas. Estoy listo para decirle adiós a todo esto, descubro una de las fotos sobre la chimenea, mi pobre Greta ¿por qué no podías ser como esos chicos cool? Tu deberías haber ido en el auto, eras guapa e inteligente ¿por qué eras tan aislada? Eso te pudo salvar la vida.
Llego a la cocina, tiene un comedor pequeño para empleados y hay muchísimas herramientas de acero plateado que no conozco su uso colgando de un armatoste metálico que sirve como tendedero, me acerco a la estufa, bajo la puerta del horno y giro todas las perillas, me acerco al refrigerador que sólo contiene una lata de cerveza Turnbull, es igual a la misma que me tomé cuando conocí a Juniper, pero aquella tenía un sabor más dulce.
Camino con la lata en mano hasta mi estudio, un lugar lleno de libros y sillones cómodos, me doy prisa y dejo una veladora encendida y la puerta abierta. Sólo espero que la compañía de gas no me cancele el servicio. Antes de salir tomo de mi escritorio mi cuchillo, una herramienta recta en la base y curveada cerca de la punta para poder descarnar, el mango es de cuero con un trabajo de talabartería exquisito que le da forma de rombos, la guardia y la cola del mango son de plata y les doy una pulida rápida con mi camisa, abro mi armario y lo encuentro ahí, con sus ojos color miel y su suave pelaje, toco el esmalte de sus dientes y compruebo que siguen tan agudos como la primera vez que la usé, palpo la textura de piel y los pelos del rostro canino que yo mismo me encargué de confeccionar. Le doy un último vistazo y me despido de él, en unas horas le estarán celebrando su sepelio.
Me termino la lata, la dejo exactamente en el centro de mi casa y salgo a la calle, camino por la onceaba y cuando tomo un taxi me despido de mi amado barrio de Chelsea. El taxi me deja en un edificio grandísimo en el distrito financiero cerca de Wall Street, subo hasta el piso 60 donde se veo que la gente ya me está esperando, cuando cruzo el umbral de la puerta él me mira fijamente, no con rencor, ni terror, el muy idiota me está sonriendo, dudo un momento pero veo el Anna Grin que le dibujé en la cara, aun así necesito asegurarme, levanto las manos simulando una cámara de grabación y que tipo asiente con la cabeza.
Siento mi cuerpo acalorarse rápidamente, como si algo estuviera a punto de hacer ebullición, mi corazón palpita tan rápido que me doy cuenta que tengo que tener cuidado para no desplomarme aquí de un infarto, me acerco a él y casi llorando me dice “Gracias. Por favor déjame ser tu sucesor”. Las palabras me golpean fuertemente el rostro abofeteándome e impactando mi realidad, no esperaba esto en mi mente, cada vez que me daba un baño me imaginaba como sería, me lo imaginaba aterrado y con una vida miserable, pero de alguna forma es un hombre ambicioso y exitoso.
Nada está saliendo como debería, la reunión es una farsa, pagué mucho dinero para encontrar a este bastardo, siempre imaginé que sería en una bodega en un lugar jodido, esto parece más bien un cocktail de negocios, uno de mis asociados se acerca y me pregunta sobre mis planes para con este chico, yo le digo que lo entrevistaré para saber si tiene lo necesario para ingresar a la sociedad. Sólo necesito dos minutos a solas con él y todo habrá terminado, por fin, por Greta.
Fue durante el invierno del 79 que en muchacho llamado Curtis atropelló a mi nieta, era una chica inocente como un cordero, no hablaba con nadie, no molestaba a nadie, no era una chica popular, ni cool, ni malcriada, era una chica simple que no le debía nada a nadie. El chico tenía 14 años e iba a tarde al colegio, eso fue lo que la versión oficial dijo, pero estaba ebrio cuando la atropelló todas las declaraciones decían eso, pero sus padres movieron todos los hilos de una sociedad corrupta para que su hijo fuera cargado con homicidio imprudencial, la noticia devastó a mi hija y a su familia, los separó y ella nunca lo toleró, se mudó al Reino Unido después de firmar su divorcio y vive con un tipo terrible que la golpea y maltrata cada noche, nunca supero la muerte de Greta y tal vez por eso acepta los castigos. Mi Juniper también se sumió en una depresión terrible y falleció de pulmonía al año siguiente.
Cuando mi esposa murió me di cuenta que no podía seguir viviendo en un mundo tan impune, alguien debía pagar, estaba cegado por algo terrible, una fuerza incontenible y una sed insaciable de ver a alguien sufrir. La primera persona que maté era un vagabundo, lo vi asaltar a una mujer y correr hasta un callejón, caminé hacia él, el tipo ni siquiera se inmutó en verme, me notó hasta que lo amenacé con una pistola, el sonido del disparo rebotar contra los ladrillos de los callejones me aterró y salí corriendo, me tomó unos días darme cuenta que no me sentía tan culpable como debía por primera vez estaba haciendo algo por amor, por amor a lo que perdí y por amor a la justicia.
Curtis debía morir, pero necesitaba exonerarme de todo así que utilicé mi máscara de Rómulo para atacar, se esparció la noticia de un asesino vestido de lobo que devoraba gente en los callejones neoyorkinos, El hombre lobo de Chelsea me llamaron. Pero tenía que cubrir mis huellas y expandirme, cuando maté al juez Morrison este ya vivía en Los Angeles así que tuve que amenazar a un par de vagos para que esparcieran la noticia, ellos se encargaron de matar aleatoriamente usando unas máscaras de plástico muy mediocres, los llamaron “los asesinatos de la luna llena” y yo sólo maté a una persona en el sur de California, al juez lo encontraron colgado sobre la H del letrero de Hollywood.
A la abuela de Curtis Monroe la maté de manera imprudencial, sabía que la anciana frecuentaba los casinos y que no le caería nada mal un poco de compañía, la seduje siempre con los nervios floreciendo de cada uno de los poros capilares en la forma de un vello crispado. Era una persona amable y delicada, cuando digo que de verdad disfruté su compañía era cierto, si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias hubiéramos sido buenos amigos, pero las cosas ocurrieron como tenían que suceder y a pesar de sus buenos tratos yo sólo estaba enfocado en terminar con la vida de su nieto, planeé durante mucho tiempo todo lo que iba a hacer, ella me invitó a su casa de Lake Tahoe para conocer a sus nietos, pero cuando visite su chalet me di cuenta que la vieja no me presentaría a sus nietos, sólo quería parecer amable y que yo fuera su último amante, eso de verdad me molestó, cuando quiso obligarme, la empujé y la anciana se golpeó en la nuca. Nunca fue mi intención matarla, a ella no.
Pasé toda la mañana intentando idear un plan para escaparme, me frustré tanto que apuñalé el cadáver un par de veces en la cama. No me podía retirar, necesitaba vengar la muerte de mi nieta así que dejé que pasara tiempo suficiente como para que sus nietos regresaran, mataría a Curtis y los desaparecería de la tierra, cargué el cuerpo de Gladis en un auto que compré para ese viaje y de pronto escuché un sonido, unos pasos delicados y pequeños, saqué del auto mi máscara me la coloqué, el chico cool cruzó la puerta, no era Curtis, era una versión más pequeña de él, traía una cámara y me estaba grabando, me acerqué al muchacho, no podía matar un niño, así que me contuve sólo me solté a reír, había tenido una oportunidad de vengar a Greta y la había desperdiciado, ahora era muy tarde. Le apreté las mejillas con fuerza, quería que le estallara la cabeza pero no podía hacerlo, no encontraría paz matando a un niño.
Me fui pero antes le tallé la cara con el cuchillo, si he de ser sincero debería aceptar que más no lo hice por gusto, fue un impulso terrible. Me llevé a la abuela y la incineré, sus cenizas deben estar ardiendo como mi casa en estos momentos, con el tiempo me contuve, pero mi ira nunca encontró paz, me faltaba una pieza del rompecabezas y tenía nombre: Curtis Monroe.
Dejé que pasaran los años y un día me desperté decidido a matarlo, cuando lo encontré me topé con un hombre casado, con tres preciosos hijos y una esposa adorable, trabajaba muy temprano y se dormía muy tarde, de alguna manera me recordaba a mí cuando joven y no pude hacer nada, hablé con su esposa de manera casual un par de veces, ella sólo me confundió más, me aseguró que su esposo era una persona amorosa y lo vi con mis propios ojos negros, el chico cool de la escuela se había reformado, hacía caridad, era voluntario y tenía una familia feliz, mi odio no daba para tanto, lo dejé vivir, pero cuando la mujer comenzó a hablar de su hermano me di cuenta que si había alguien despreciable era él.
Ahora estamos aquí, yo con mi víctima enfrente y un montón de personas que piensan que le voy a dar un trabajo en esta pequeña sociedad secreta de golpeadores y asesinos millonarios. Las cosas no pudieron salirse más de control, no lo miro, pero durante más de quince minutos noto cómo me observa, mientras las otras personas hablan de deportes y películas viejas él sólo me observa, entonces me preguntan sobre mi compañía y les digo que es un mal momento para invertir, el chico me interrumpe y con una sonrisa estúpida les dice que yo soy el mejor en lo que hago, en ese momento yo ya no sé qué pensar, ¿debería matarlo? Sacar el cuchillo y clavarlo en con fuerza en su pecho. Siento cómo todo se colapsa y no puedo seguir más, me empiezan a sudar las manos, mi ritmo se acelera, la visión se empieza a nublar y de nuevo siento esa maldita taquicardia que me recuerda que el corazón me va a explotar en cualquier momento, salgo inesperadamente de la reunión, siento todas las venas de mi cuerpo palpitar en de manera caótica, necesito respirar.
Camino hacia el elevador y oprimo un botón que me lleva a una parte de la torre que aún está en construcción, me muevo entre las cintillas de peligro y los plásticos que envuelven las paredes prefabricadas y me detengo cuando llego a la orilla del edificio, siento el aire refrescar cabeza y llenar mis pulmones, entonces como si se tratara de una broma, el hermano de Curtis se acomoda a un lado mío y me dice “¿Qué se siente matar un hombre? ¿Qué sentiste al matar a mi abuela? Yo mismo quisiera hacer algo así, pero me temo que una vez cruzada esa línea no podría detenerme, me encantaría ser tu sucesor, cuando me dejaste vivir me tomó mucho tiempo darme cuenta que eso era lo que querías, que continuara tu legado como un depredador de la raza humana, quiero ser por quién se aterren en las noches, el producto de sus pesadillas, ser la persona por la que la gente se cubre la cara con las cobijas y reza para que nunca me cruce en su camino”.
Lo miro con desprecio y a él parece encantarle, lo tomo del hombro con fuerza y con la otra mano lo guío hasta mi cuello, el empieza a apretar con fuerza y veo el rostro del diablo dibujarse en sus facciones, empieza a reír con tanta fuerza que se muerde la lengua y de su hocico empieza a emanar sangre. Está excitado y perdido en mis ojos que se empiezan a apagar, entonces me doy cuenta de que yo le hice nacer, el asesino que se encuentra asfixiándome es una máquina despiadada que nunca se detendrá, tiene los recursos suficientes como para cubrir sus huellas y su misantropía no conoce límites, pienso en Juniper mi mujer en Magnolia mi hija y en Greta mi nieta, ya no hay nada más que perder, lo tomo de las solapas del traje y con toda la fuerza que jamás he tenido nos arrojó al vacío. Entonces lo veo gritar de miedo y desesperación, ambos caemos y escucho el tronar de mis huesos contra el pavimento como el estallar de mil vidrios, siento cómo mis órganos se despedazan unos contra otros y cómo mi vida colapsa, todo se hace más oscuro, más oscuro y más oscuro, mis mujeres saben que lo hice por amor.
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