Cómo se ve después
Víctor dijo que no tiene tiempo para decirme todas las cosas.
El viernes fuimos a casa de Bianca, una amiga de un amigo de él, y cogimos en uno de los cuartos. Los papás de ella estaban en Casas Grandes. Víctor dijo que teníamos una casa para nosotros solos y yo feliz porque el asiento de atrás ya me tenía torcida. Eso fue el viernes. Al día siguiente, caminamos hasta el cerro y casi cogimos ahí también. El domingo, en el cine, poco menos. Fue el fin de semana más besado de mi vida.
La casa no fue exactamente para nosotros. Estaban Bianca y su novio; el amigo en común de Víctor y ella, con su novia; unas muchachas, y nosotros. Víctor preguntó a donde podíamos ir, y ya no vimos a nadie ni cuando salimos del cuarto. En el carro, me preguntó que si sé inglés. Cuando se despidió me dijo que había estado muy, muy bien, que gracias y que soy muy bonita. En mi casa, ya el beso decente para entregarme a mis papás.
Esa noche soñé con el condón: cómo lo había amarrado y fue a tirarlo al bote del baño. Nunca había pensado eso, cómo se ve ya usado. Todavía hace un par de días, las cosas iban bien padre. Sí notaba algo, pero pensé que como ya no era virgen veía el mundo diferente. Y nada que se va a ir a Canadá. Sale en un mes porque lo van a correr de la escuela. Tuvo que mencionar que no iba a estar cuando pregunté qué íbamos a hacer el día que cumplimos. Iba a decirme.
El viernes me volteó y me movió y me acomodó, y yo feliz. Sonreía con los ojos y la vagina, y sonreía con los ojos y la vagina todavía en mi cama, y al día siguiente, cuando pensaba en el condón. Pero hoy movió el suelo y es muy feo.
Fui en el carro de mi mamá a casa de Bianca, rezando para no tener que usar reversa ni rebasar rápido, porque no sé. Conseguí las señas de la morena del viernes y fui a buscarla. No había visto lesbianas antes, ni me fijé mucho ese día porque yo estaba en lo mío; se llama Mariana. Le dije que si podía acostarme con ella. Nomás así, no sé por qué.
Me castigaron por sacar el carro.