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Carta a mi abuela Francina Antonieta de Wit Greene

 

 

Mi primer recuerdo es borroso como las fotos de tecnicolor de grano amplio, tú jugabas con nosotros a la escalera que lleva al cielo mientras mi madre llevaba a mi hermano al doctor. El juego consistía en colocar la pequeña escalera del suelo a la cama, subir y bajar cantando "Para subir al cielo, se necesita, una escalera grande y otra chiquita", ese juego era uno de tantos placeres que en la infancia llenan el alma de gozo y alegría, placeres como  meterse a la ropa sucia, acompañar a echarle detergente a la lavadora, quedarse viendo a la luz detrás de las cortinas e imaginar que en el polvo iluminado viajaban las hadas que  otorgaban o quitaban el sueño según te habías portado, pequeños placeres como pisar las hojas secas, meterse a las fuentes, mojarse en la lluvia.
          Mi primer recuerdo es borroso como las fotos de tecnicolor de grano amplio: Un hombre en pijama de dos pies camina por un pasillo. En su recorrido apaga luces al por mayor.
Un hombre persigue a su sombra en el amanecer de un domingo cualquiera. Un hombre camina alrededor de una silla de ruedas donde su hijo espera, ambos se miran, uno camina, el otro no. Un hombre repasa las losas de su pasillo, sube y baja los hombros como si el ejercicio rutinario le susurrara un ya ni modo. Un hombre en forma hace memoria bajo las huellas de sus pantuflas de piel. Al fondo las noticias matutinas repasan un trozo de historia.
          Ese hombre es mi abuelo, tu fiel compañero, tu fiel enamorado, hace su rutina de ejercicios mientras tú te levantas y nos dices a todos un "Good morning, good morning", ese recuerdo vive en tiempo presente, tiene la longevidad de un tesoro vivo, se repite como las vueltas de un carrusel.
          Todos los viernes mis abuelos pasaban por mis primos a la escuela y los llevaban a la casa. Todos los lunes nos llevaban a todos a la escuela. Navegábamos en su lanchón del año desde la Campestre Churubusco a la Condesa. Era una temporada medio fatídica para mis primos en que sus padres tuvieron a bien divorciarse, por lo que mi abuelo veían muchos por ellos y los llevaban a la casa los  viernes y los lunes nos dejaban a todos en la escuela. Esto nos proporcionaba a todos la seguridad de que llegaríamos a la escuela sanas y salvas, oliendo a aromatizador vainilla.  El descubrimiento fue determinante para todos a su tiempo, había alguien a quien asirse en las tormentas.
          Recuerdo a mi abuela contarnos algunas anécdotas de su infancia, como cuando ella y su hermana Thelma actuaron con Virginia Fábregas en "Los siete Puñales" saliendo de las hijas menores de esta, una vez que la compañía de la señora Virginia visito Tabasco, o recuerdo a mi abuela hablando de su padre Don Guillermo, a quien tanto amaba,  Don Guillermo o Wilhem de Wit Vanderwelk, emigrante holandés que amo Mëxico más que cualquier otro mexicano y que quedó viudo con diez hijos siendo una especie de patriarca espiritual muy importante para la familia de Wit Greene.
          En realidad creo que no puede haber en el mundo personas más distintas que mi abuela y yo, ella siempre buscó la estabilidad yo el vértigo y el sobresalto, al menos por un tiempo. Pero sin duda es mi abuela de las personas más lindas que conozco. Son de esas personas que dan sin esperar nada más que el bienestar de los suyos. A mí nunca me llamo la atención ser ama de casa, yo más bien me identificaba  desde chica con mi tío José, el hermano de mi madre, me gustaba su vida aventurera, bohemia, escuchar anécdotas de sus viajes a Barcelona donde compartía la mesa con Carlos Fuentes, Saramago, un escritor sueco, esposo de la hija de Berghman, compartía su gusto por el mundo indígena y las culturas prehispánicas, fue Premio Nacional de Poesía, reportero de la Guerilla en Nicaragua. Compartía las pasiones de mi madre, la pintura, la historia del arte, el teatro, la danza, de mi padre el gusto por la lectura y por su escritor favorito, Balzac, el gusto por la Historia y la escritura de mi abuelo. De mi abuela admiraba su fe, fe que la sostuvo increíblemente cuando vivió diez años de su vida en Boston, debido a la enfermedad de mi tío,  quien finalmente falleció de un tumor en el cerebro a los 28 años y que como decía mi abuelo era el enfermo más sano del mundo o como decía mi madre era un gigante de la fe.
          Mi abuela y yo no somos las personas más  parecidas pero es sin duda una de las personas a quien más admiro y es fácil comprender porque mi abuelo la amaba tanto y porqué le escribía lo que le escribía, este fue uno de los primeros versos que mi abuelo le escribió y el siguiente el último que le escribió poco antes de que falleciera el 23 de abril del 2006 en su estilo clásico y cursilón.
 
Aurora:
 
En el Silencio que hace mi alma oscura
busco un hilo de esperanza que irradie mi amargura
esa luz eres tú,
desprendimiento de sideral hoguera prodigiosa
que logro su mágico sustento para hacer el hechizo del momento
de ese día parte mi existencia, de un día más claro cada hora
un día con la luz de tu presencia que torno la sombra en inefable aurora.
ELLA SIEMPRE  (último poema de mi abuelo a mi abuela antes de morir)
Hace muchos años nos reunió el destino..
hoy relato como se cruzó el camino
Conocí una niña de traviesos ojos y mirar profundo
De entonces la admiro: lo digo y lo fundo
E que  conquistarla fue tarea lenta
Yo perdí la cuenta
 de tanto rogarle, con toda paciencia
que me ahorrara penas, que me ahorrara daños
que pronto alegrara mi triste existencia ...
Pero ella impasible, dio paso a los años
En la Villahermosa  de optimista nombre, riente y calurosa,
conocí a esa niña jugando en su calle
juegos infantiles,
de esos que se aprenden sin que nadie ensaye,
ni el ritmo, ni el verso, ni nuevos perfiles
De pronto !aleluya!
me dijo: "soy tuya"
y que nos casamos
y que así empezamos, la luna de miel
que ahora disfrutamos
pues yo soy tan fiel
a lo que decía
con las esperanzas de mi fantasía:
"tal vez la quería"
o quizá lo dicho:
"todo era un capricho"
y ocurrió en un tris,
creció su nobleza..
Después de princesa
la hice emperatriz
cuando está presente
su mundo se alegra
pues vive pendiente
de toda su gente:
es amante esposa, madre, abuela, suegra
y tiende la mano
a amigo y hermano.
Hoy que la festejo
convicto y confeso
y en sus redes preso,
ya canoso y viejo
hondo la respiro,
muy hondo la siento,
su voz y su imagen prendidas al viento
tornan en suspiro
tan feliz momento
Mi voz y mi todo
con su humilde modo
se yerguen, exclaman,
gritan y proclaman
viéndola a los ojos:
ya no hay más abrojos:
fue falso lo  dicho
sobre aquel capricho,
pues mi alma lo dice:
yo siempre te quise
¿Y cómo no quererte
cuando en mi mitología
en ti vive Venus con su hija Talía?
Tengo amor y musa !Qué grande es mi suerte!

 

 

 

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